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  • Guayama Grande y nuestro primer voluntariado

    Lo afirmó Paulo Coelho alguna vez y nosotros lo reafirmamos ahora: “La mejor universidad es el viajar”, por ello Camilo no se lamenta de haber aplazado por un tiempo el inicio de carreras que lo apasionan como la Gastronomía o la Veterinaria, ni yo me arrepiento de haber pausado mi carrera en Contaduría Pública por apostarle a la Universidad de la vida, y hoy dedicarle un trocito de nuestras vidas a que esa vida misma nos moldee y nos enseñe tantas cosas que ni en la mejor universidad del mundo hubiéramos podido aprender. En ese continuo aprendizaje que permanece en movimiento mientras estás viajando, se nos ha dado la oportunidad de las primeras veces: primera vez que acampamos, primera vez que llegamos a un nevado, primera vez que convivimos juntos, primera vez que vivimos fuera de nuestras casas por largo tiempo, primera vez que salimos fuera de Colombia, … y ahora le había llegado el momento a la primera vez que hacíamos un voluntariado. A esas alturas teníamos una noción muy vaga sobre los voluntariados y su funcionamiento porque jamás lo habíamos contemplado como opción durante los 3 años de viajes por Colombia, ya saben viajábamos como unos turistas más y le huíamos a esas otras formas de alojamiento y de financiar un viaje porque teníamos los recursos suficientes para costear hoteles y alimentación, entonces no era problema, pero si te decides a vivir viajando y cuentas con un presupuesto limitado, las prioridades cambian y la forma de viajar se transforma sustancialmente. “El Tío” fue ese puente que nos conectó al mundo de los voluntariados y nuestra primera vez se dio en Guayama Grande, un punto en el mapa que jamás aparecería en nuestra ruta por Ecuador, pero que el místico destino se encargó de llevarnos a pasar una temporada inolvidable, de allí solo sabíamos que se encontraba cercana a la Laguna de Quilotoa y eso nos motivó a decir ese SÍ rotundo, cuando El Tío nos preguntó si estábamos interesados en el voluntariado. La ruta se modificó drásticamente por esta decisión, pero a esos cambios de planes repentinos debemos estar preparados porque así fluye el mundo de los viajes. NUESTRA RUTA 👇🏼 EL LUGAR: Hostal Las Golondrinas ubicado en Guayama Grande, en la provincia del Cotopaxi, en una comunidad rural que acoge a huéspedes y voluntarios, cuenta con habitaciones compartidas y privadas, baño compartido, cocina, WiFi y espacio para camping, y la posibilidad de compartir con la comunidad indígena de la región. Tiempo requerido: 4 días. ¿EN QUÉ CONSISTIÓ EL VOLUNTARIADO?: Para que hablemos el mismo idioma, un voluntariado consiste en que, como viajeros, ofrezcamos algún servicio, habilidad, destreza o talento a cambio de alojamiento y/o alimentación durante el tiempo que lo solicite quien requiera al voluntario. En primera instancia el servicio que prestaríamos donde Jorge, administrador del Hostal Las Golondrinas, sería de asesoría en redes sociales para el hostal, sumado a tomar fotografías del lugar y un video promocional, pero él le adicionó una experiencia que jamás olvidaremos: trabajar en el campo arriando chivos, recogiendo alverja y cortando alfalfa para alimentar a cuyes.​ Este fue el resultado final de un trabajo de edición de video y como retribución a las atenciones en el Hostal Las Golondrinas, si van a la Laguna de Quilotoa no se pierdan de este perfecto lugar entre montañas. NUESTRO PAGO: Nuestro voluntariado en el Hostal Las Golondrinas lo hicimos a cambio de hospedaje y alimentación, pero nuestra mayor recompensa no fue eso, lo fue una marca imborrable que quedará por siempre en nosotros gracias a la grandiosa experiencia de estar inmersos en la cultura indígena de esta zona de Ecuador, ser parte de su cotidianidad por unos días, aprender expresiones y palabras en lengua quichua, reconocer el esfuerzo del campesino al recoger los frutos de la tierra que muchas veces menospreciamos en un plato de comida, agradecer el más mínimo detalle que te puedan ofrecer personas humildes que no dudan en compartir lo poco que tienen, y apreciar cada instante que la vida te permita vivir sin darle cabida a exigencias vanas ni estándares ridículos. ¿Logran ver la profundidad del aprendizaje que solamente suministra la universidad de la vida? De esta manera no estamos insinuando que lo mejor es renunciar a la Academia y dedicarse a viajar, NO, nuestra intención es demostrar la dimensión de la vida a la que nosotros pudimos llegar gracias a viajar, tal vez otros descubran esa misma dimensión de un modo diferente a viajar, y es totalmente válido, pero como es sabido entre los viajeros, un día viajando puede representar un mes viajando, se vive de todo y de una forma más intensa. ¡NO TE PIERDAS ESTE CAPÍTULO EN YOUTUBE! 👇🏼 📽 NUESTRO PRIMER VOLUNTARIADO - CAP. 6 | ¿SE PUEDE SER FELIZ CON POCO? Los caminos de la vida nos condujeron a este hermoso hogar lleno de amor, comprensión, unidad y felicidad, en 4 días nos mostraron lo valioso de la familia y el amor por el campo 👩🏻‍🌾👨🏻‍🌾, además aprendimos la lección que sí se puede ser feliz con poco y sin tantas cosas que a la final son innecesarias. De paso aprovechamos y conocimos la Laguna de Quilotoa. Nos despedimos 👋🏼súper agradecidos y llenos de humildad con esta familia que nos acogió y nos atendió tan bien 🙌🏼. Jorge, Ana, Michel, Fabricio y Justin 👨‍👩‍👧‍👦gracias por tanto y los llevamos en nuestros corazones 💞. 📽 Guayama Grande en nuestra lente 📸 ⬅ Post Anterior Tulcán y Otavalo, la sensación de entrar a un nuevo país Siguiente Post ➡ Oriente ecuatoriano, avanzando por cambios

  • De Tulcán a Otavalo, la sensación de entrar a un nuevo país

    Ese paso que por mucho tiempo se postergó por fin pudo ser una realidad: por primera vez en nuestras vidas poníamos un pie fuera del país que nos vio nacer, sentimos que el proyecto de Rolombian Travel cogía más fuerza al internacionalizarse, y se abría el mundo ante este par de aventureros deseosos de experimentar una vida nueva en un país diferente a nuestra amada Colombia. Creemos que nuestro caso no es ajeno a lo que otros viajeros han vivido, o si por ser unos completos novatos vimos manifestados en nosotros unos nervios mordaces, una ansiedad incesante, un frío que no daba tregua, un miedo por sobrevivir como fuera en el extranjero, y una expresión al unísono “¡y ahora qué!”. NUESTRA RUTA 👇🏼 Confesamos que fue un cambio abrupto las primeras horas en Ecuador: De entrada, tuvimos que enfrentarnos con un país donde cambia la moneda, por tanto, la economía varía a como estábamos acostumbrados en Colombia. Sumado a ello el reconocer la forma de los billetes y las monedas fue todo un espectáculo para quienes nos atendían, éramos el centro de atención mientras verificábamos los vueltos o el dinero para pagar. Conducir por el primer tramo de sus carreteras fue todo un deleite, son perfectamente pavimentadas y señalizadas, en su mayoría de doble calzada, provoca ir a mil, pero por fortuna cuenta con muchos radares de velocidad, es mejor respetar los límites de velocidad. El costo de disfrutar de las carreteras 4G se cancela en los peajes dispuestos, $20 centavos para motos y $1 dólar para carros, pero no duele pagarlos, valen la pena. Las direcciones en las ciudades y pueblos no son como en Colombia, en Ecuador no se sigue un orden numérico para las calles, carreras, transversales o diagonales, aquí cada una tiene un nombre específico de fechas importantes, personajes históricos, ciudades, etc. El precio de la gasolina es mucho más económico que en Colombia, un galón de gasolina extra cuesta USD $1,85. Lo único familiar eran los paisajes que se asemejan mucho a los colombianos, en especial a los nariñenses y boyacenses, como a ver la bandera tricolor en diferentes lugares por los que transitábamos. El primer encuentro con la cultura ecuatoriana se dio en Tulcán, de ley teníamos que parar en el famoso cementerio de esta ciudad fronteriza e irnos empapando más de su gente, de su manera de hablar, de sus expresiones típicas, de su forma de ser y de los diferentes estilos de vida en Ecuador. Esa noche descansamos en San Gabriel, un pueblo que dista de Tulcán alrededor de 1 hora. ¡NO TE PIERDAS ESTE CAPÍTULO EN YOUTUBE! 👇🏼 📽 HASTA PRONTO COLOMBIA - CAP. 4 | ¡Hasta pronto Colombia! Gracias por tanto y por los momentos de alegrías que nos regalaste, pronto volveremos y seguiremos rodando por tus hermosos paisajes llenos de realismo mágico, por el momento iniciamos la aventura por Ecuador. Hoy les presentamos un nuevo vídeo de nuestro paso por la frontera entre Colombia y Ecuador, y la visita por el primer destino ecuatoriano: Tulcán. Esperamos lo disfruten y no olviden dar like, compartir y suscribirse. ¡Atentos porque se vienen más vídeos! 📽 Todo fue una transición, poco a poco fuimos adaptándonos al país que nos acogía y por el cual sentimos hoy un gran aprecio, al siguiente día avanzamos hacia Ilumán, un pueblito que claramente no aparecía en el mapa trazado por el Ecuador, pero en el cual parábamos al encuentro del Hostal El Tío, un lugar ideal para finalmente descansar luego de 8 días de viaje imparable desde la salida de Bogotá (Colombia). Allí llegamos gracias al consejo de nuestros grandes amigos viajeros Cinemandante. Este sitio de hospedaje es acogedor y mágico, gracias a que está rodeado de 3 volcanes, entre ellos el taita Imbabura y la mama Cotacachi, sentíamos una energía especial allí y además tuvimos el primer contacto con una cultura indígena ecuatoriana: la otavaleña, de esta manera absorbíamos experiencias nuevas y enriquecedoras, que en tan pocos días de ruta revitalizaron las almas frágiles de estos forasteros. Dentro de los 4 días de pausa donde “El Tío” sentimos la necesidad de coger ruta para conocer algún atractivo turístico natural de la región, y gracias al consejo de unos viajeros que conocimos en el hostal, llegamos a la Laguna Cuicocha, una energía restauradora invadió nuestro ser cada que admirábamos el agua azul turquesa y las islas en medio de la laguna, fue una absoluta y necesaria conexión con la naturaleza. Por último, no podía faltar el paso por Otavalo, ya habíamos tenido cierta cercanía con su cultura indígena gracias a la estancia donde nuestros grandes anfitriones “el Tío” y “la Tía”, ahora era el momento para sumergirnos en la popular Plaza de los Ponchos, escenario multicolor donde se muestran las valiosas artesanías y textiles otavaleños. Ecuador nos estaba cautivando cada vez más con cada cosa que podíamos conocer de su cultura y causaba en nosotros curiosidad seguir recorriendo su territorio a bordo de Changüa. Viajar te permite enfrentarte a diversidad de situaciones que jamás pasó por tu cabeza afrontarlas, si te atreves a vivirlas, salen a flote una infinidad de sensaciones y emociones a la vez, que tienden a volverte loco por la inestabilidad emocional que produce esto, pero de lo que se sale con suerte por el impulso potente del corazón y la necesidad de continuar, si ese es tu verdadero propósito. ¡NO TE PIERDAS ESTE CAPÍTULO EN YOUTUBE! 👇🏼 📽 🇪🇨 Nuestro PRIMER PAÍS fuera de Colombia en la RUTA por SUDAMÉRICA 🏍️ - CAP. 5 | Y por fin iniciamos la aventura por Ecuador, esta primer ruta inicia en Ilumán, donde recargamos energía y disfrutamos un poco de las maravillas de la naturaleza de esta hermosa región, como la Laguna Cuicocha. Luego de la pausa necesaria, hicimos una breve parada en Otavalo, nos sumergimos en la cultura otavaleña y comimos Quimbolitos (plato típico de la Sierra Ecuatoriana), y emprendimos camino en una ruta rápida hacia Guayama Grande, un lugar cercano a la Laguna de Quilotoa. Esperamos les guste, le den like y se suscriban a nuestro canal de YouTube para que sigan acompañándonos en esta aventura por Ecuador. 📽 De Tulcán a Otavalo en nuestra lente 📸 ⬅ Post Anterior Popayán e Ipiales, el último recorrido por Colombia Siguiente Post ➡ Guayama Grande y nuestro primer voluntariado

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