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La adicción por viajar se apoderó de nosotros y cada semana nos consume más y más, la única manera de aliviar ese estado de dependencia es con el sonido de la moto y un nuevo destino por conocer; una vez montados y con las respectivas protecciones puestas, nos dejamos llevar por un viaje que pareciera que no tuviera fin. Ese estado de excitación nos guió a un municipio que se incrustó en un domo blanco, una joya que hace honor a las mejores épocas coloniales y que hoy en pleno siglo XXI es una realidad.

 

Villa de Leyva es la mezcla perfecta de historia, verdes montañas y desiertos que se unen para el deleite de un centenar de viajeros nacionales como internacionales, la magia de sus calles invita a enamorarse, a viajar, el tiempo se detiene en ese hermoso lugar que se ha logrado mantener. Sus vías empedradas son míticas, perfectas para caminar mas no para manejar moto, porque es complicado manejar y más con lo que cuidamos la moto.

Plaza de Villa de Leyva, Boyacá, Colombia

Llegamos a las 9:30 de la noche, y entre el blanco de sus casas y el frío de esa bella noche, llegamos a la plaza central, la cual nos dejó anonadados,  al igual que el pueblo; nos detuvimos en el tiempo, el silencio se apoderó de nosotros ante semejante majestuosidad. Después de unos minutos llegamos al lugar de hospedaje, y allí, como por cosas del destino tuvimos la dicha de poder compartir con una joven coreana llamada Eun-mi Ryu, que al igual que nosotros, el amor por viajar la guió a Colombia y a su plaza blanca. Aparte de su idioma natal, ella no sabe español, solamente inglés, pero nada de eso importó, porque cuando se es viajero no existen fronteras y mucho menos limita el idioma, porque somos hermanos unidos por una una misma madre y su nombre es vida. Entre los cursos de inglés de garaje que teníamos y el traductor pudimos tener una conversación tan amena que al momento de darnos cuenta ya eran las cuatro de la mañana, le fascinó el aguardiente y la Club Colombia, y en esas pocas horas que parecieron días conocimos Corea y ella como una esponja nos exprimió todo el orgullo que tenemos por nuestro país, quedó fascinada y prometió regresar.

 

En la mañana siguiente llegó el momento más triste, ella partía para Ráquira (Boyacá), Salento (Quindío), Ipiales (Nariño) y Ecuador, como si nunca nos volviéramos a ver nos abrazamos entre gestos de nostalgia, nos despedimos con la ilusión de que en algún momento de nuestras vidas nos podamos reencontrar en este mundo inmenso.

Villa de Leyva, Boyacá, Colombia

Villa de Leyva cuenta con lugares para todos los gustos, hay sitios donde se pueden practicar deportes extremos, hay espacios culturales, museos, y paisajes dignos de conocer: lugares como el Museo el Fósil donde puedes disfrutar de un museo sin extravagancias, donde se expone los vestigios de un cronosaurio bebé que fue encontrado en este lugar por humildes campesinos en el año 1977.

La granja de avestruces: es un exótico lugar que cuenta con una gran variedad de animales y en especial de esta ave tan enorme, que con su elegancia y porte hace de cualquier tarde una postal para recordar.

 

Pozos azules: son siete representaciones del cielo en el agua, gracias a la coloración por azufre, selenio y sulfato de cobre.

 

El infiernito: es un observatorio astronómico de la cultura muisca, en el que se encuentran 30 columnas en piedra de forma fálica, como símbolo de la fecundidad. Este nombre se debe a la interpretación que le dieron los conquistadores españoles a estas columnas fálicas, tachándolas de obras del demonio.

 

La Casa terracota: es la cerámica más grande del mundo y fue creada por el arquitecto colombiano Octavio Mendoza Morales, hacerla tomó alrededor de 10 años, fueron necesarias 400 toneladas de barro, y fue cocinada por zonas.

 

El Santuario de flora y fauna de Iguaque: según la leyenda en esta bella laguna nació la raza humana, lamentablemente cuando visitamos este fabuloso lugar se encontraba cerrado por los terribles incendios que agobiaron a nuestro verde país.  

 

Parque ecológico la Periquera: su nombre se debe a los pericos que adornan esta reserva natural, allí se encuentran siete cascadas y una de ellas tiene una caída de 15 metros, en la que se puede practicar rapel y torrentismo. Este parque también brinda la posibilidad de practicar otros deportes extremos y caminatas ecológicas.

 

El encanto que caracteriza a Villa de Leyva lo llevamos en nuestro corazón,  al igual que otros sitios que hemos visitado, hemos prometido regresar ya que desde nuestro hogar narrando esta pequeña historia ya no vemos la hora de volver, y sobre todo rodar por las enriquecedoras rutas boyacenses.

Cada año en el mes de agosto en Villa de Leyva se realiza el Festival del Viento y las Cometas, nosotros estuvimos en su versión #41 y aquí puedes conocer nuestra experiencia. 

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