Teníamos un itinerario establecido, siendo tercos a la premisa que nos ha enseñado el hecho de vivir viajando, y una vez más el viaje nos recordó que los planes no salen como se espera, que una vez elegido el destino a conocer nos dejemos llevar por él y disfrutemos de lo que nos ofrece, bueno o malo, la idea es gozar la estadía en ese lugar, no sabemos si tendremos la oportunidad de regresar a él.

Luego de 70 kilómetros bajo un sol picante y un cielo despejado, llegamos a la primera parada: la vereda de Santa Rosita, perteneciente al municipio de Suesca, ubicada a unos 10 minutos. El plan era recorrer por balsa el grandioso Cañón de la Lechuza (un cañón formado por unas paredes de piedra inmensas por donde pasa el rio Bogotá y es el hogar de hermosas lechuzas), pero ¡una mala noticia!, los lugareños nos informaron que ya no se están realizando estas actividades de navegación por el río, pero que podíamos tomar las vías del tren y que pasaríamos muy cerca al Cañón de la Lechuza, así que nos dirigimos hacia allá y tomamos algunas fotos que se suman a los bellos paisajes que hemos tenido la oportunidad de retratar.