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paramo de oceta mongui boyaca

En los 24 años y 22 años que llevamos de existencia nunca imaginamos que hubiera algo tan hermoso, lo que vivimos fue algo sublime, cada que viajamos la pasión por conocer nuestro país crece y más cuando los caminos que elegimos nos llevan a algo tan increíble que hace inevitable que la emoción no se haga presente.

paramo de oceta mongui boyaca

Es tan alta, tan difícil llegar, tan fría, es indescriptible la sensación que eriza lo más profundo de nuestras almas, son kilómetros de montañas que se pierden con el azul del cielo, parcelas, cultivos y cementeras que adornan esta bella porción de Colombia, definitivamente es un milagro llamado Páramo de Ocetá y está ubicado a aproximadamente 3 horas de Monguí.

venados en paramo de oceta

Con cada paso nos sorprendíamos más, una variedad de paisajes desde laberintos de rocas, frailejones, y caídas de agua por doquier, inclusive venados nos acompañaron en esa travesía que por nuestras mentes nunca creímos posible llegar a conocer y apreciar tan de cerca.

paramo de oceta mongui boyaca
paramo de oceta mongui boyaca

Ante nuestros ojos la naturaleza pura estaba en su máxima expresión, caminábamos sobre un suelo esponjoso que una vez pisabas salía el agua cubriendo nuestros pies, y al tiempo absorbía todo el estrés que día a día contamina nuestra existencia; es mágico, es único, es hermoso, las manos moradas del frío, las orejas quemadas del sol implacable y la falta de oxígeno, parecíamos en un cuento que ni al mejor escritor se le hubiera ocurrido, una sensación de libertad, de ser uno con la Madre Tierra.

Iniciamos nuestra travesía a las 7:00 de la mañana, después de haber recargado baterías con una buena changua y con la humildad en nuestra espalda, nos dispusimos a conocer este precioso lugar, nos acompañó un guía llamado José, un guerrero curtido a punta de papa y cerveza, un campesino fuerte que ama la montaña y la tierra, su berraquera se nota simplemente con el saludo, se sienten sus manos maltrechas por los años de trabajar con la tierra que día tras día no sólo lo alimentan a él, sino que nos alimentan a todos; él nos dice que los fines de semana le gusta ser guía, no sólo por los pesos de más que gana, sino porque ama la montaña, ama sus frailejones y los paisajes que su padre y familiares le enseñaron a apreciar, nosotros como niños llenos de preguntas, curiosidad y aventura seguimos a este valeroso hombre, que con cada minuto que compartimos nos enseñó la importancia del páramo y la grandeza de esta tierra.

peña de oti paramo de oceta mongui

Al inicio de la caminata y como primer lugar señalado por José, encontramos la Peña de Otí de la cual se extrajo la piedra con la que fue construida la Basílica Menor Nuestra Señora de Monguí y el Convento de los Franciscanos, y además como es propio de nuestra cultura está rodeada por mitos en cuanto a su historia.

Más adelante en el camino está ubicada la llamada Caja del Rey, que es una piedra de tal forma que hace referencia literal a su nombre y también cuenta con mitos que han permanecido de generación en generación, y sobre la cual se obtiene una panorámica inmejorable del lugar.

caja del rey paramo de oceta mongui
ciudad perdida en paramo de oceta

Mezclado junto al paisaje propio del páramo se encuentra una parte de este territorio llamado la Ciudad Perdida, que consta de grandes rocas dispuestas de tal manera que forman laberintos y cuevas por las que se puede transitar, preferiblemente acompañado de un guía, y que le da un toque aventurero a esta experiencia.

Antes del mediodía ante nuestra presencia y con la sensación de estar tocando las nubes con las manos se desparramaron miles y miles de frailejones, un ejército amarillo y plateado que resultaba tarea imposible contarlos: pequeños, grandes, delgados, gordos…, que crecen y gracias a su belleza adornan y dan honor al que es considerado como el páramo más hermoso del mundo, y nosotros sin duda damos fe de esta atribución.

frailejones en paramo de oceta

Luego de un poco más de 5 horas de camino llegamos al Mirador, el punto más alto del recorrido desde el cual se puede observar gran parte del páramo y si favorece el clima en el horizonte es posible divisar el Nevado del Cocuy.

paramo de oceta

Llegar allí significaría haber avanzado hasta el punto más distante de nuestro recorrido, nuestras piernas no podían más, nuestro cuerpo se encontraba agotado, no habíamos comido, fue una travesía difícil, pero nada de eso importó porque como premio a nuestro gran esfuerzo la naturaleza nos dio el regalo, la Laguna Negra, junto con las innumerables parcelas ajedrezadas como acompañantes, nos brindaron uno de los recuerdos más magníficos de nuestras vidas, era nada más ni nada menos que el grandioso Páramo de Ocetá.

laguna negra paramo de oceta

Y de despedida de este hermoso lugar en combinación con la abundancia de agua nos dio un hasta pronto una cascada en las inmediaciones del páramo, una muestra de lo bendecidos que somos al poder disfrutar de espectáculos naturales como estos, y un llamado de atención para proteger y preservar este tipo de ecosistema en el que nace la vida en forma de agua, vital para la permanencia en el planeta Tierra.

cascada en paramo de oceta

Después de sentir la pureza del aire y del viento huracanado emprendimos el viaje de regreso, sabiendo que una vez termináramos este hermoso recorrido nuestras vidas no volverían a ser las mismas y así fue, después de esta experiencia tan hermosa, cuesta bastante volver a ponerse la corbata o el vestido, de volver a sentarnos frente a un escritorio y cumplir tareas que consumen nuestra vida, pero engordan nuestro bolsillo.

paramo de oceta mongui

El único obstáculo que impide cumplir nuestros sueños, no son las personas, no son las responsabilidades, ni la escasez de dinero, es la falta de voluntad, una vez encuentres la voluntad dentro de ti, un mundo lleno de posibilidades y de felicidad será tu pan de cada día. ¡¡¡VIAJA!!! 

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